Me quede soterrado
en el paraíso de la desgracia,
ninguna mujer me pertenece,
en el olvido yace mi cansancio.
llega el barco al lugar
que tenía que llegar,
llega el tren
a embarcar mis sueños.
Aquí nadie conoce mi existencia,
todos me ignoran,
soy el único
que va por las calles apagadas.
Es un misterio,
que nadie comprenda la pena que llevo,
en la agenda de mis sueños
no está este despoblado.
Por fin mi arrogancia tiene fin,
yacer en mi propio dolor
sin obligarme a teorizar,
sin nadie que teorice,
el afán de estar solo.
Creí amar un día,
ese amor era tan solo un sueño,
Creí que mi madre me amaba
!Pero ella ya no está!
se fue en el tiempo.
Hoy tras reunir los requisitos
para conquistar el amor,
el dolor, la traición;
saco la conclusión,
que la vida continua.
Ningún sueño la detiene.
Luis de Alfonso
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